En la Encrucijada

Datos de interés (o eso espero) sobre el mundo de la campaña que narra las aventuras de los 4 de la Encrucijada

miércoles, mayo 18, 2005

Tim

- Han estado aquí, pero se han marchado. Parece que salieron de la ciudad y a la mañana siguiente los vieron de nuevo haciendo unas compras. No se atrevieron a pasar la noche – aseguró Tim, burlón – Siempre supe que eran unos cobardes – sentenció, antes de darle un largo trago a su jarra de cerveza.
Alrededor de ellos, la noche empezaba a decaer. Los músicos se habían retirado ya, y la mayoría de los clientes se habían marchado o se habían quedado dormidos sobre la mesa. No era una buena idea. Cunningham haría que les registraran los bolsillos y les quitaran el dinero para pagarse la noche ocupando el local. Si alguno no tenía, Grob lo sacaría a rastras y ni siquiera se molestaría en dejarlo en la calle. Tim lo había visto ya alguna vez. Muchas veces tenían suerte y se despertaban antes de que las ratas o los goblins dieran con ellos. Otras veces, algún chico tenía que limpiar los restos del pobre desgraciado.
- Sí, lo sé- respondió Lorsak, recostado contra la pared del fondo. El bardo tenía los ojos entrecerrados mientras trataba de afinar su nueva lira, pero pese a todo seguía la conversación. Tim no estaba seguro de ello; nunca sabía si Lorsak prestaba atención a las cosas – Están trabajando para la Iglesia de Debod. Van a explorar el oeste o algo así.
- O sea, que se alejan de Frenia. Cobardes – escupió Tim – ¡podríamos ir tras ellos! – sugirió a continuación, con los ojos brillantes. Dante no dijo nada, y siguió mirando a su cerveza fijamente. Estaba borracho, claro. Por lo que Tim sabía, llevaba días borracho. Lorsak parecía tener problemas con la tercera cuerda, y contestó a Tim con un gruñido seco y el entrecejo fruncido. O quizá el gruñido era a causa de la lira, Tim no lo sabía. No había nadie más en la mesa. A Tim le hubiera gustado que estuviera Murphy, pero esta noche estaba arriba con Shaana. Y Cunningham estaría en su despacho, volviéndole a explicar al muchacho, Jake, cómo ordenar correctamente sus cajones, o alguna extravagancia similar. Cunningham era un rival temible con la espada, pero a veces parecía algo rarito.
- Escuchad – volvió a intentar Tim – si ellos pueden trabajar para los clérigos de Debod, nosotros también. Ganaremos algo de oro, saldremos un tiempo de la ciudad, y con suerte, nos los encontraremos y les daremos su merecido. Y si no, puede que encontremos alguna salvaje digna de estar aquí.
- Yo he tenido suficiente con las salvajes que hemos ido a buscar al sur – interrumpió Lorsak – No, mira. Al oeste no hay nada, sólo bárbaros. Llanuras y bárbaros. Debod sabrá por qué sus sacerdotes se interesan en ellos, a mí me da igual. Lo que está claro es que antes o después pasarán por Frenia de nuevo. Si es que no los devora alguna bestia antes.
- Eso es lo que me preocupa: que alguna bestia los devore antes. Antes de que pueda romperle las costillas a patadas a Elmar deBois.
- Espero llegar a ver eso – dijo Lorsak, sonriendo. Por fin había encontrado el sonido que quería y tocaba una melodía suave. Tim no estaba seguro de si sonreía por eso o se estaba burlando de él. Lo que dijo tenía sentido, pero Lorsak era un tipo que se acomodaba fácilmente. Hasta que no se acabara el oro de su bolsa, sería difícil convencerlo para salir del burdel. Entonces, Dante levantó la cabeza y habló.
- Realmente quieres vengarte de esa gente, ¿eh? No es tan difícil. De hecho, yo puedo decirte exactamente la manera de hacerlo.
Y Tim empezó a escuchar. Esa noche durmió plácidamente.

Ojos de gato

-"¿No es maravilloso el campo? Espacios abiertos, ejercicio, comida sana, cosas nuevas cada día..."
-"Eso lo dices por que no te tienes que limpiar el barro de las patas con la lengua".

En realidad Dunlop no estaba descontento. En su estilo particular una respuesta así equivalía a un "ahá" somnoliento. La verdad es que no estaba tan mal. Tumbado sobre un saco en la carreta de los Cuatro de la Encrucijada, mecido por el suave bambolear de ésta, aspirando los aromas ténues de un naciente verano y disfrutando del calorcito del sol de la tarde. Nada mal.

-"Pues no será por lo mucho que te toca caminar, minino rezongón" respondió Fender sonriendo. No pudo dejar de sentir envidia cuando vió a su gato estirarse como sólo un gato sabe hacerlo. Se sentía orgulloso de él. Pero no como los compañeros de la torre de magos, que hablaban de sus familiares como de una posesión más o menos valiosa "mi búho, mi murciélago, mi sapo"... el gato no era un complemento: era un amigo con opiniones propias. Además, muchos magos escogían a sus familiares para beneficiarse de sus efectos: "Con mi sapo puedo lanzar un hechizo más al día"... Fender no había escogido a Dunlop como familiar sino que había sido adoptado por él. "Fender vámonos de aquí. Este tío es gilipollas y su sapo huele mal... y viceversa también".

El mago vió cómo su gato terminaba de estirarse y se sentaba con ese recato tan gatuno, echando un perezoso vistazo a su alrededor antes de fijar la vista directamente en Fender. Había cambiado. Nunca había sido un gato común pero ahora tenía como... una presencia propia. Hasta su forma de expresarse parecía más madura, más reflexiva. Aunque en el fondo fuese el mismo de siempre.

-"Los ratones de aquí son más delgados que los de la ciudad, y están más alerta". Dunlop se miró la pata delantera mostrando durante unos instantes las uñas antes de usarla para lavarse la cara. -"La verdad es que es más divertido, pero aún así hay que comer y yo lo hago mientras tú duermes. No todos tenemos un anillo mágico". Y miró desafiante a Fender, a ver qué contestaba su "dueño". Había cambiado. Ya no iba de acá para allá persiguiendo hembras en celo. Desde que había formado manada con los Cuatro de la Encrucijada se le notaba menos cachorro. Incluso parecía más grande y robusto. En poco tiempo sería capaz de valerse por si mismo.

-"Pues mejor, así entrenas y te mantienes en forma. No me gustaría verte convertido en un gato de abuela, gordo, perezoso y pagado de si mismo"- Fender cogió al gato y empezó a hacerle cosquillas en la barriga -"¿Qué imagen íbamos a dar? ¡Mira, ahí van los Cuatro de la Encrucijada de Fender el mago y el gordo de su gato!".
-(ronroneando)"PURRRRRRRRRRRR. Chaval no te pases, o la próxima vez que querais saber cuantos enemigos hay en un campamento vais a mandar a vuestro amigo el feo PURRRRRRRR".
-"¿El feo? ¿ese quién es, Skjenderbek el bárbaro?
-"No hombre no, el bárbaro es majete, que me da de su comida".
-"Ah, te refieres a Elmar. JEJEJE, yo que tú no lo volvería a despertar a zarpazos...".
-"¿Cómo que no? ¡Pero si está más guapo con los arañazos! Además, tú me pediste que lo despertara".
-"Sí claro, porque nos atacaban los lobos, pero no así. Es un poco borde, pero es buen tipo. Deberías llevarte bien con él".
-"PUUUUURRRRRR, bah, que espabile un poco...".

En ese momento, un bicho que luego resultaría ser un osgo apareció en un alto cercano al camino:
-"¡¡DETENEOS!! Dejad vuestras pertenencias y el carro, daos la vuelta y marchaos".

"Este pobre imbécil no sabe con quién se está metiendo ni la que le va a caer encima" pensó Fender notando un calorcillo familiar en la palma de la mano.
"Pues que se joda. Con lo a gusto que estaba yo al solcito ya tuvo que venir alguien a cagarla" bufó Dunlop bajando al suelo de la carreta.
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Al día siguiente una tribu entera de osgos con sus hembras y sus crías ingresaban en la cadena trófica desde el eslabón más bajo.