En la Encrucijada

Datos de interés (o eso espero) sobre el mundo de la campaña que narra las aventuras de los 4 de la Encrucijada

viernes, junio 03, 2005

Cultivando males

Estancado. Estaba estancado. Era difícil crecer más, le faltaba tierra, tierra. Tenía un modo, pero ya no lo tenía. Lo había perdido, había ardido. Lo habían quemado. Ahora sólo le quedaba el secreto. El secreto, el rencor y la esperanza. Tanto perdido, tanto robado, tanto quemado, muerto. Nunca pensó en alegrarse de lo que había ganado hasta ese día, como hubiera hecho no mucho tiempo antes. Sólo tenía pensamientos para la ausencia y la frustración. Su trabajo ya no le reconfortaba. Su orgullo estaba roto. Quemado. Nunca pensó que lo había vendido él mismo. No se atrevía. No quería recordarlo. No deseaba aquello, no de aquella forma, de aquella terrible manera. Se había sentido engañado, tricionado, burlado. Por un tiempo, por un tiempo no muy largo, por un tiempo sin duda demasiado corto, quiso terminar. Pero no podía deshacer lo que había hecho ni podía reparar los males que habían acontecido. Entonces quemó su remordimiento, sin saber que quemaba con él su piedad. Quemó su culpa, sin saber que quemaba también su virtud. Quemó su alma, y siguió regando su bienestar con sangre. Y éste creció y dio flores terribles; pero un día las arrancaron y las quemaron también. Ahora no puede crecer, y el rencor arde en él como un incendio provocado. Pero se acerca el momento, y aún le quedan secretos que sembrar, y macabros frutos por recoger.